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domingo, 17 de noviembre de 2013

"TODA CLASE DE PIELES" Adaptación.




El cuento lo he adaptado para el Segundo Ciclo de Educación Primaria, aunque se puede utilizar en los tres Ciclos, creo es   más adecuado en el Tercer Ciclo que en el Primero.

Aspectos que he cambiado:

Los regalos de la madre, he mantenido la cantidad, pero no los objetos, excepto el anillo de boda, y he añadido una carta en cada regalo. También he cambiado la forma en que la princesa los recibe. En vez de recibirlos todos juntos, los recibirá en tres momentos diferentes de su vida. Creo que le da más misterio a la historia y motiva a los alumnos a que sigan la secuencia.

He añadido un lugar, Maramiau, que me va ayudar a dar un final diferente al cuento.

Los regalos del padre de pedida. He cambiado los tres vestidos por un regalo, el unicornio. He mantenido el regalo de boda, el abrigo de todas clases de pieles.

He cambiado el desenlace, la princesa va a huir  en busca de Maramiau, en el trayecto se cruzará con el Príncipe de Maramiau.

 TODA CLASE DE PIELES

Existió  una vez un  Reino en el que su príncipe se casó  con la mujer más hermosa que existía en mil leguas a la redonda. Su cabello negro de ébano era como un pedazo de noche en el que brillaban dos luceros y su boca rojo fuego resaltaba en su blanca y sedosa piel. Tanto el príncipe como la princesa estaban muy enamorados y eran inmensamente felices. El deseo de la pareja era tener descendencia, pero pasaban los años y la princesa ya convertida en reina no se quedaba embarazada.  Lo que hacia que dentro de su felicidad también estuvieran un poco tristes. Hasta que un día, la hermosa reina  se quedó embarazada, dando a luz a una niña. Esto colmó de alegría a la Corte, que aunque no era un varón para poder suceder al trono en un futuro, estaban igual de contentos. Pero la Reina no se reponía del parto y el médico de Palacio le dijo al rey que su esposa iba a morir. Ella sabía que no se iba a recuperar e hizo llamar a su esposo, el rey y le hizo cumplir la promesa de que  cuidara de su hija y que le diera todo el amor que ella no iba a poder darle y que por favor  dejara que su hija se casara por amor, y que fuera tan feliz como habían sido ellos. También le entregó una caja, con tres regalos en su interior, acompañados cada uno de una carta, para que le entregara a  su hija. El primero cuando la niña cumpliera 10 años, el segundo cuando cumpliera 15 y el último, el día de su 17 cumpleaños.
Cuando la reina murió, el rey era incapaz de olvidar a su hermosa esposa y la felicidad y la luz que había habido siempre en la Corte se desvaneció. Y así fueron pasando los años. El rey estaba tan triste que no era capaz de dar todo el amor a su hija que un día había prometido. Y  así llegó el décimo   aniversario de la princesa y su padre le entregó el primer regalo  de su madre; un retrato de su madre y una carta en la que le decía todo lo que la quería y que perdonara a su padre si en estos años no le había demostrado todo su amor, pero que estaba segura que la amaba incondicionalmente. Por otro lado, debido al estado anímico del rey, el reinado estaba en decadencia y la única solución para que volviera a su esplendor, era casar a su hija con el príncipe del próspero reinado vecino. Los Consejeros del rey, le pusieron un ultimátum para que casara a su hija, ya que el tiempo pasaba y  él no hacia nada al respecto.
El día que  la Princesa cumplió 15 años, su padre le dio el segundo regalo de la cajita.  Una llave de cobre con su carta correspondiente  donde su madre  le explicaba que la llave estaba ligada a sus orígenes, los cuales  no conocían nadie en el Reino, ni siquiera su padre y que la  utilizara si en algún momento de su vida necesitaba ayuda. Tal llave abría las puertas de Maramiau. Mientras la princesa estaba leyendo la carta, su padre la observaba y vio que su hija ya no era una niña y que ya tenía edad para contraer matrimonio. Aunque le dolía tener que hacerlo, no tenía otra alternativa si quería salvar al reino que casarla con el hijo del rey vecino. Cuando se lo dijo a su hija, ella se quedó horrorizada y no estaba dispuesta a aceptarlo. Un año antes de su 17 aniversario, el príncipe, le pidió matrimonio, entonces la princesa  como regalo de pedida quiso que le regalaran un Unicornio, con el único motivo de que la boda no tuviera lugar. Pero para sorpresa de ella en escasos tres meses tenía a la puerta de Palacio un caballo blanco con patas de antílope, barba de chivo y un cuerno en su frente. ¡El Unicornio! Se tendría que casar con él, entonces como último recurso le dijo a su padre que quería como regalo de bodas un abrigo hecho de todas clases de pieles de animales que existieran en el mundo. Y a dos semanas de la ceremonia el Rey entregó a  su hija el extraño abrigo.
Esa misma noche, la Princesa se puso el abrigo, montó en su unicornio y fue en busca de Maramiau. La pobre niña iba sin rumbo por el bosque, pues no sabía muy bien  que dirección es la que tenía que tomar, pero tenía claro que tenía que huir. Por el día se escondía, ella y el unicornio, con ayuda del vasto abrigo y por la noche cabalgaba sin descansar. Una de las veces que se acercaron a la orilla del río a beber agua, un apuesto joven los vio, al principio se asustó, he intentó atacarles, entonces la princesa  le gritó que por favor  no les hiciera daño. El joven, asombrado, le preguntó a la princesa que quién era y qué es lo que hacia ella sola en el bosque. La futura reina, ocultando su auténtica identidad, le contó que se había quedado huérfana e iba en busca de su familia que estaba en Maramiau. El príncipe, que era el hijo del rey de Maramiau, recogió a la muchacha, la llevó a su palacio y le dio trabajo como ayudante de la doncella encargada de acomodar sus aposentos. Y así al mismo tiempo podría encontrar a sus orígenes. En palacio, esos días se iba a celebrar la fiesta de primavera, donde se daban cita lo más granado de la nobleza, en palacio para dar la bienvenida a la nueva estación. La princesa que nunca había estado en ninguna de esas fiestas, debido a la tristeza que siempre había habido en su corte. Le pidió a la doncella que por favor la dejara asistir al baile, además podía aprovechar el evento para ver si conocía alguien de su familia entre los asistentes. Y aunque había mucho trabajo, la doncella al final le dio permiso con la condición de que antes de las diez de la noche tenía que volver a su trabajo porque había que preparar la alcoba del príncipe antes de que se fuera a dormir. La princesa, se quitó su abrigo, descubrió su cara y desplegó su extensa y hermosa melena. Mientras bajaba las escaleras hacia el salón de baile, todas las miradas fueron para ella. Su gran belleza heredada de su madre dejó deslumbrados a todos los presentes. El príncipe estuvo bailando con ella toda la tarde. Cuando el futuro rey se retiró a su aposentos, encontró debajo de su almohada una fotografía que tenía gran parecido con la enigmática mujer con la que había bailado toda la tarde. Llamó a su doncella y preguntó quién había hecho hoy su cama y la doncella le dijo que había sido ella. Al día siguiente, la historia se repitió y el príncipe cuando se retiró a dormir,  encontró una llave de bronce debajo de unas de sus almohadas. Volvió a llamar a su doncella y le volvió a preguntar quien había  hecho su cama y ella al igual que el día anterior le respondió que había sido ella. Al mismo tiempo, los soldados del padre de la princesa, estaban buscándola sin cesar ya que su reino estaba en una gran crisis y el rey tenía que casar a su hija. La princesa se encontraba en los jardines traseros del palacio destendiendo  las sábanas del príncipe, cuando los soldados la vieron y la raptaron sin que nadie en palacio se diera cuenta y se la llevaron a su reino.
Y el día de la Ceremonia llegó, antes de la celebración el rey le entregó a su hija el tercer y último regalo que su esposa le había dado en su lecho de muerte, por su 17 cumpleaños. El regalo era un anillo de bodas con una carta en la que decía que tenía que casarse por amor porque sería la única forma de ser feliz ella y hacer feliz al Reino y que su padre tenía que obedecer a tal deseo. La princesa no entraba de gozo cuando la  leyó pues su madre la había liberado de tal sufrimiento. El rey aunque sintió una gran frustración no le quedó más remedio que acatar las palabras de su fallecida esposa. Cuando estaba a punto de anunciar la suspensión de la boda entró  por las puertas del palacio el unicornio que había regalado a su hija y encima de él, el príncipe de Maramiau y una hermosa mujer que no conocía pero que tenía un gran parecido con su esposa y su hija. La princesa, se sonrojó al verle, pues el príncipe había descubierto quien era realmente. Él alzó  la voz y dijo al rey: “Majestad aquí os traigo la hermana pequeña de vuestra esposa fallecida dispuesta a contraer matrimonio con el rey, y al mismo tiempo quiero pedirle  la mano de su hija” Y así es como ese día, en vez de suspenderse una boda en la Corte, se celebraron dos. Y el Reino volvió a la felicidad y a la prosperidad de hace años.


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